Expresión Libre

jueves, 2 de noviembre de 2017

Cantigas del buen Rey Jacobo / Pedro Emiliano


El buen rey Jacobo ha vuelto a casa,
con sus 40% de volúmenes de alcohol
me invita a subirme a su velero.
Dónde el delirio me afiebra la sangre
y me suelta la lengua.
Tantas veces he botado las migajas de un amor bastardo
al fondo liquido de un vaso con agua
y, tres medidas de whisky…
Qué calor antiguo es éste
qué me duerme los ojos
y hace de mis venas papel,
dónde he de descubrirme
en la memoria de un sueño.
Los fantasmas del polvo
y el amor a deshoras
muerden mi memoria en habitaciones
en penumbras
dónde confundí la silueta de una mujer
con el brillo del ángel
creyendo que cada gemido de ellas
era un nuevo verso
en el libro de la carne.
Por eso insisto en hablar con Jaime
y ya borrachos me cuelgo de los labios
de una copa desvencijada,
mis perros me ven con benevolencia
quizá preocupados por si mañana
el viejo tendrá fuerza de salir a buscar el pan para todos.
Así que está fabula
no lleva una lección moral,
si acaso el aviso de no empeñar el alma
a cada paso o cada verso,
Viendo la situación en perspectiva
recuerdo que también empeñé la escuadra
y, como está la economía ahora
son más baratos los cigarrillos sueltos
que las balas de 9mm para bellum.
Solo porque estoy jodido me recuerdo
qué las armas blancas son escandalosas
y qué el carmesí de la vida es difícil de lavar
de las cortinas raídas.
Sin embargo estoy atento,
Si, borracho y atento a la aparición del milagro
dicotomía incongruenta
del que sopla versos en los mofles de los coches.
El perro que en calma
me observa desde un rincón,
viene y a lamer mis lágrimas y manos,
su presencia es un atisbo
anatema en comunión de las almas
que llevan vida de perro.
Se lame los huevos y luego me da un beso en los labios
y para mí es un signo inequívoco de que todo de alguna manera se ira pronto a la verga…

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