Expresión Libre

martes, 25 de abril de 2017

A mi pluma / Cecilia Ibarra


Despertaba… Con el dulce amargo sabor
De una esencia que acompañaba,
Los ruidos en la cocina, el olor dulce de un café
O el agua hirviendo que calienta la casa
Despertaba… con el amargo sabor de un café,
Gélido no el sino el momento
Pero, no era la ausencia de unos ojos centellantes
Ni tampoco la libreta con letras inmortalizadas
O debería decir un, recuerdo…
Porque al final de todo me parece de eso se trata
Evocar una vida, sentir como
se disfraza de presente el pasado que logre vencer
¡Como sentir… que una mente cambia de colores
de rosas luminosos, rojos intensos
a grises o negros!
Pero se recuerda una vida
Con un café cálido y gélido el momento
O un café gélido y cálido el momento…
Y mientras cavilaba no me había dado cuenta
Que mi pluma me observaba
plasma símbolos del guion de mi vida
de esta alma inquieta pero pasiva.

El ciclo infinito / Jesús Alfonso Silva Iñiguez


Coexistimos en un lugar donde las cosas no terminan del todo
Caminas tus pasos una y otra vez
Pasas por los mismos senderos
Vemos un lugar y recordamos cosas que hicimos
Hace poco o mucho tiempo
Recordamos una amistad que comenzó y terminó rápido
Otras que tenemos desde pequeños
Y tendremos hasta que una de las partes
deje este plano de existencia
Y quizás ni aun así termine
Pero el ciclo es más claro cuando desaparecemos un tiempo
Regresamos y lo que era para nosotros cotidiano
Cambia pero no del todo los ciclos se eslabonan a otros
formando un infinito.

Droga Nv. 3 / Jesús Gallegos



Florestrellas / Jesús Gonzavelaz


El aire tambaleaba flores necias,
obstinadas, a desquiciar la impuesta estética,
olfativo campo magnético
integrado, a los suspiros
las bocanadas, gemidos y,
en los sueños más profundos
más extravagantes
y subatómicos…
Y el viento…
Desmarañó tu vulva
flor subacuática
jardín colgante de flores
que podo, a rasgueo, roces
y, mordiscos lascivos y sin culpa.
Respiro el relente aroma de las mieles,
y, embelesado, como perdido becerro en la ubre,
tragando embebecido el yerro de la leche lúgubre
de tus pasatiempos de ocio lujurioso y regocijante,
en los amantes fieles…
Pez muriendo en asfixia, como el sacar del agua a los peces,
mientras tus ojos son sépalos en blanco
que se mecen…
desvividos al penetrarte, pendulando tu pistilo
en el recorrido del escarbar embrutecido.
Y erizado derrumbe de tu florcuero…
Florante orquídea etérea
De mañanas incomprensibles…
Petunia Sidérea.
Universo florífero entreverado,
amores expandibles
a través del mausoleo de tus flores
férreas…
Laguna de rocío fresco y compartido,
labios de jardinero podando los pétalos,
cuasimuertos en el estiaje de un río,
primaveral del orgasmo, y presa,
del desgarrante hastío…
Y el adiós de Eden…
El beso imperecedero
viscoso y polinizado
aglutinado,
mordiendo la nube de los deseos.
Tu esencia infesta mi boca de magnolias…
tórrida copula enterrada bajo el tallo de esas flores…
en mi tacto acaderado
en el sentido… en el vaivén
de tus bienvenidas a la lluvia
y yo, que bebo
la esencia tuya y floral, que infesta mi boca de magnolias.

Inmunidad / Luis Mario Chávez Aceves


No se trata de qué el frío te haga menos daño, no se trata de que el pasado sea condescendiente ni fácil de olvidar, simplemente hay una pausa, en el andar de las nubes que te da la sensación de inmunidad.
Esa inmunidad te la dan las recurrencias con que tropiezas, las altas expectativas, o la tendencia a querer fortalecerse. Ya no hablo de calendarios deshojados que han esperado todo el año para llenarse de promesas, promesas que acecharían un año venidero repleto de subterfugios, de quejas y desespero.
Ya no hablo de la desilusión, la característica de las personas inmunes al mundo, es más una capacidad que ellos tienen de abrirnos los ojos lo que nos hace creer que están enfermos.
Dirán que es apatía, sin embargo yo veo inmunidad, porque el mundo está lleno de mentiras que dan alegría, de atavíos pintorescos que se tiñen de gris cuando miramos de nuevo.
Pensarlo así no te hace mal por ello es inmunidad, porque se ha perdido mucho buscando sentido, uno se deja llevar por lo vivido. Pero cuando no nos es posible, cuando ni siquiera la mentira tiene claras sus expectativas.

León / Ma. Guadalupe Martínez Bernal



Por años no abrigar placer.
Secundaria repleta de temores.
Problemas para encontrar la G
Felina visita inesperada
Silla confidente silenciosa
Caricias, roces, miradas sutiles
Orgasmo desconocido, extraño
casadas, solteras, viudas, solas
Clímax, día, altura, alcoba
Éxtasis, orgasmo novedad
Besos nuevos, sudor tibio
colchón aliado somelier
fruición soñada desvanecida
quinto plano…

Manuel Rayas


Las caderas de la noche
Como un puñado de polvo
Asedian
La dermis en el papel absorto
Saltan miradas
A los caminos
En cristales infinitos
Retorno
Polvo del polvo
Obsidiana de labios
Que revuelcan vesánicos
Relámpago marítimo
Huracán

Aquellos tiempos locos / María Jesús Méndez Salazar


Era el año 2002, un fuerte huracán entró a la ciudad, afortunadamente en mi familia y amigos los daños solo fueron materiales. La experiencia posterior al huracán nos hizo retroceder el tiempo a experimentar algo que hasta entonces no conocíamos y solo nuestros papás nos habían platicado , vivir sin luz eléctrica y con agua limitada por aproximadamente 3 meses, hace 14 años la falta de internet no se sentía , no poder cargar la pila del celular tampoco, eso no importaba, pero no tener luz, agua en la regadera era un “sufrimiento”.
Sin embargo debo decir que tengo gratos recuerdos de aquella etapa. Todas las noches , considerando que empezaba a anochecer a las 7 , subíamos a la terraza del segundo piso a tomar el fresco , mis papás, mis hermanos Julio y Eric, mientras mi papá insistía en ver su telenovela en una Tv portátil de baterías , a nosotros se nos iba el tiempo en recordar anécdotas de la infancia , en escuchar las historias de mi mamá, en descubrir de a poco los secretos mejor guardados de la familia y así se pasaron los meses; los fines de semana después de los quehaceres de la casa, me acostaba a patear la hamaca y leer, así fue como llegó a mi “100 años de soledad” y “el amor en los tiempos del cólera”. Disfruté mucho vivir a obscuras, pero admito que esperaba con ansias regresar a la normalidad que significaba comodidad, cada día que pasaba , en la ruta del camión que tomaba a casa, veía como la ciudad se iba encendiendo de a poco, hasta que un día , vi mi calle iluminada.
Las noches de tomar el fresco se cancelaron, pero nos dejaron historias.
Hoy día ¿nos costaría aún más dejar “la comodidad” ? ¿ saldríamos a la calle a convivir con la familia , los vecinos, a falta de luz?
Empezaré a crear mis minutos de “ incomodidad” para revalorar y agradecer por las cosas que doy por sentado que tengo, y de vez en vez bajaré el interruptor para disfrutar de la obscuridad.